Siento que muero, y otras tantas que ya estoy muerto.
Siento que me falta más que el aliento, que me falta todo, hasta lo que no tengo.
Ya no sé donde quedó el aroma de la flor que cuidaba, ni el jardín que visitaba cada mañana, ni aquel sueño que esperaba soñar al ir a dormir.
Siento, lo siento, y es el viento, el adiós que me va arrastrando sin saber porqué.
Siento que me falto y que me falta. Y ya no siento nada. Ni siquiera lo que siento.
Y es este juego de palabras el laberinto en el que me está perdiendo, y en el que también perdido estoy.
Siento que muero, y otras no siento. Siento. Todavía siento.